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suyo es el mar, pues él lo hizo,
y la tierra firme que crearon sus manos.
Venid, adorémoslo de rodillas,
postrémonos ante el Señor que nos hizo,
porque él es nuestro Dios
y nosotros el pueblo que apacienta,
el rebaño que él guía.
¡Ojalá escuchéis hoy su voz!

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